viernes, julio 17, 2009

Al Papa le hace falta un poco de Marxismo




Transcribo uno de los últimos artículos de Leonardo Boff. Una crítica liberal a la última carta pastoral del Papa Ratzinger... enciendan la antena crítica y emitan su propio juicio si es que juzgar se puede.
Nos faltan más profetas que filósofos, nos faltan más santos que profetas.



La nueva encíclica de Benedicto XVI Caritas in Veritate del 7 de julio último es una toma de posición de la Iglesia ante la crisis actual. El conjunto de las crisis que afectan a la humanidad y que conllevan amenazas severas sobre el sistema de la vida y su futuro, pediría un texto profético, cargado de urgencia. Pero no ha sido eso lo que hemos recibido sino una larga y detallada reflexión sobre la mayoría de los problemas actuales, que van desde la crisis económica al turismo, de la biotecnología a la crisis ambiental, y proyecciones sobre un Gobierno mundial de la globalización. El género no es profético, «el cual supondría un análisis concreto de una situación concreta» que posibilitaría emitir un juicio sobre los problemas a la vista en forma de denuncia-anuncio. Pero no está en la naturaleza de este papa ser profeta. Él es un doctor y un maestro. Elabora el discurso oficial del Magisterio, cuya perspectiva no viene de abajo, de la vida real y conflictiva, sino de arriba, de la doctrina ortodoxa que esfuma las contradicciones y minimiza los conflictos. La tónica dominante no es la del análisis, sino la de la ética, la de lo que deber ser.
Como no analiza la realidad actual, extremadamente compleja, el discurso magisterial permanece principista, equilibrista y se define por su indefinición. El subtexto del texto, lo no dicho en lo dicho, remite a una inocencia teórica que inconscientemente asume la ideología funcional de la sociedad dominante. Se nota ya al abordar el tema central ―el desarrollo― tan criticado hoy por no tener en cuenta los limites ecológicos de la Tierra. De esto la encíclica no dice nada. Su visión es que el sistema mundial se presenta fundamentalmente correcto. Lo que existen son disfunciones, no contradicciones. Ese diagnóstico sugiere la siguiente terapia, semejante a la del G-20: rectificaciones y no cambios, mejorías y no cambio de paradigma, reformas y no liberaciones. Es el imperativo del maestro: «corrección»; no el del profeta: «conversión».
Al leer el texto, largo y pesado, acabamos pensando: ¡qué bien le vendría al papa actual un poco de marxismo! Éste, a partir de los oprimidos, tiene el mérito de desenmascarar las oposiciones presentes en el sistema actual, sacar a la luz los conflictos de poder y denunciar la voracidad incontenida de la sociedad de mercado, competitiva, consumista, nada cooperativa e injusta. Ella representa un pecado social y estructural que sacrifica millones en el altar de la producción para el consumo ilimitado. Esto debería denunciarlo proféticamente el papa. Pero no lo hace.
El texto del Magisterio, olímpicamente por fuera y por encima de la situación conflictiva actual, no es ideológicamente «neutro» como pretende. Es un discurso reproductor del sistema imperante, que hace sufrir a todos especialmente a los pobres. No es cuestión de que Benedicto XVI lo quiera o no lo quiera, sino de la lógica estructural de su discurso magisterial. Por renunciar a un análisis crítico serio, paga un alto precio en ineficacia teórica y práctica. No innova, repite.
Y ahí pierde una enorme oportunidad de dirigirse a la humanidad en un momento dramático de la historia, a partir del capital simbólico de transformación y de esperanza contenido en el mensaje cristiano. Este papa no valora el nuevo cielo y la nueva Tierra, que pueden ser anticipados por las prácticas humanas, solamente conoce esta vida decadente, y por sí misma insostenible (su pesimismo cultural), y la vida eterna y el cielo que vendrán. Se aleja así del gran mensaje bíblico que tiene consecuencias políticas revolucionarias al afirmar que la utopía terminal del Reino de la justicia, del amor y de la libertad sólo será real en la medida en que se construyan y se anticipen, en los límites del espacio y del tiempo histórico, tales bienes entre nosotros.
Curiosamente, haciendo abstracción de nociones fideístas recurrentes («sólo a través de la caridad cristiana es posible el desarrollo integral»), cuando se «olvida» del tono magisterial en la parte final de la encíclica, habla de cosas sensatas como la reforma de la ONU, la nueva arquitectura económico-financiera internacional, el concepto de Bien Común del Globo y la inclusión relacional de la familia humana.
Parafraseando a Nietzsche: ÇÀcu‡nto an‡lisis cr’tico es capaz de incorporar el Magisterio de la Iglesia?È


Leonardo Boff

jueves, julio 16, 2009

La vivencia de un desierto...


Esto es un fragmento de algo que escribí cuando estaba en Guadalajara hace poco menos de un año... vivía una situación de desierto, un situación que a grandes rasgos parecía la peor de todas pero que en lo profundo generaba cierta reconstrucción interna de la cual no me percataba o al menos no gozaba... estar en el desierto no es muy gozoso; existen distintos elementos que provocan incomodidad, pérdida de sentido, dolor y muchas lágrimas... no cabe duda que el desierto golpea mucho, cincela, diría otro, pero sin duda transforma y permite un conocimiento interno que en muy pocas ocasiones se puede llevar a cabo... el desierto, sinónimo de cambio...





Por eso te voy a seducir… te llevaré al desierto y te hablaré al corazón…

Hoy vivo una situación de desierto, lo quiera o no. Seguridades perdidas, muros derrumbados o a punto de caer, soledad… es inútil reforzar con diques de paja esta realidad. Es necesario que viva hasta el fondo las dimensiones sin fin.
Reconciliarme con el desierto, con mi desierto, es vivir la prueba de la provisionalidad, de la precariedad. Mi desierto es el lugar en donde mi realidad es despojada de las apariencias, purificada de lo efímero y reducida a lo esencial, a lo indispensable…
En mi desierto me encuentro ante un cielo sin límites, frente a la arena y mi propio ser, nada más… aquí me veo obligado a encontrarme conmigo mismo… cara a cara conmigo mismo… por eso mi desierto me fascina y me asusta… La esencia del desierto es la ausencia de hombres, abstinencia de presencias…
Mi cara a cara es el preludio del cara a cara con Dios, así el desierto es lugar de encuentro con Dios, con el Dios que está presente pero escondido, secreto… El desierto bíblicamente es el lugar de la liberación, pero el programa de la libertad no es una lista de facilidades o de privilegios… austeridad y caminos difíciles… DIOS SE HACE SEGURIDAD PERO A CONDICIÓN DE QUE EL PUEBLO EN CAMINO PIERDA SUS SEGURIDADES HABITUALES…
¡Qué tremendamente paradójico resulta que el desierto pueda florecer, que el silencio pueda convertirse en mensaje y que la soledad se convierta en comunión!
Desierto: la prueba de mi profundidad.

Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto… ¿Nos han sacado a este desierto para matarnos de hambre a toda la comunidad?

La gran tentación de mi desierto es la seguridad. En la nostalgia, en el pasado, en las personas añoradas, en mi condición perdida está mi seguridad… una seguridad efímera.
En algunos momentos de llanto quisiera dejar este desierto, encontrar la salida y simplemente abandonarlo. Aquí la impotencia de no poder hacer nada más que esperar y caminar… me siento verdaderamente impotente al tratar de buscar salidas fáciles que respondan a mi ansía de realización inmediata y de evasión ante el enfrentamiento cara a cara conmigo mismo. Creo que me tengo más miedo a mí mismo que a Dios.
Los israelitas no habían tenido aún la oportunidad de gozar de la liberación cuando ya estaban añorando la esclavitud pasada. Similar condición estoy viviendo. En ellos, el sabor de las cebollas dadas en Egipto les impedía saborear la liberación presente…
Hace poco que me interné en mi desierto y vivo la añoranza quejumbrosa de un pasado esclavizante.
No es nada fácil dejarme liberar. No es nada fácil aceptar que estoy perdido y que en este desierto como en otros nunca sabré cuándo estoy apunto de llegar… tengo la necesidad de seguridades, de estar protegido, de evitar elecciones decisivas… ¡Oh Dios, lo último!... elecciones decisivas…
Cuando todo lo tenía tan claro, cuando todo estaba tan en paz, tan en su sitio… cuando había alguien que decidía por mi, cuando ya todo estaba programado detalladamente… cuando me quejaba de lo anterior y sin embargo ahora tontamente lo añoro… ¡qué desdicha!
Soy productor de seguridades… tengo miedo a quemarme en el fuego de la verdad, a caminar descalzo por el fango y a mojarme bajo la lluvia… CRISTO SALVA MI CORAZÓN DÉBIL!!! Cristo me salva escapando hacia delante. Él es el que me espera, nos espera, siempre más allá… cuando lo alcanzo se escapa… sobrepasa mis lógicos argumentos y va más adelante…

Estoy cubierto de polvo y fango…
He caminado por caminos no trazados,
me he herido al penetrar a esta jungla desértica…
No estoy caminando por el camino oficial,
por el camino pavimentado, el camino que pisa la mayoría, el camino
en donde la semilla es aplastada y muere…


Ustedes, caminantes de autopista, envejecerán placidamente y estimados por el mundo; tendrán los aplausos y las medallas que el mundo reserva para los más vistos…
Mi vida será encontrada herida en la cumbre más alta o en las profundidades del océano… Caminaré gustoso por donde voy perdido… tomaré el lugar del que es olvidado y buscado únicamente por su Señor… mi amo me encontrará.


“No temas que yo estoy contigo… ¿No recuerdas el pasado? Pues bien, he aquí que yo lo renuevo: ya está en marcha, ¿no lo reconoces? Sí, pongo en el desierto un camino, senderos en el arenal”

¿A dónde he venido a parar? Abandoné sin darme cuenta el camino principal y caído en esta encrucijado encuentro de caminos por donde ir…
Ante la tormenta de arena mi vida se tambalea entre la esperanza y la cólera… el agua se acaba, no se ve ninguna huella sobre la arena y no se leer las estrellas…
Vivo la desorientación, me pega un viento de desconfianza, domina en mí la incertidumbre… es muy difícil ver con claridad… ¿A dónde iré a parar Dios mío? ¡Qué quieres! ¿Cómo salgo de este camino de sudor y lágrimas?

La balsa de la Medusa

Desde que vi por primera vez está pintura y reflexioné en su significado ha motivado y animado muchos momentos de mi vida... hoy en día no solo adorna parte de mi vida, alienta mi día a día...



"Unos hombres piden señales para creer, y otros piden sabiduría para obrar, mas el corazón vivo lo tiene todo en su esperanza"




1. Antecedentes históricos:
A finales de las guerras napoleónicas (1799-1815) cuando la nación de francia se sumergía en un caos de derrotas, una fragata de la marina francesa, La Medusa, encayó frente a las costas de Senegal por negligencia de su capitán. Fue el día 2 de julio de 1816, cuando un grupo de 149 personas quedaron a la deriva de un mar que poco a poco fue cobrando víctimas.
El tiempo de su epopeya fue de 27 días y de las iniciales 149 personas solo 15 lograron salvar su vida. Sin embargo para cuando un barco, el Argus, logró divisarlos y rescatarlos ya habían sucedido una cantidad inimaginable de episodios de canibalismo, mutilación y muerte.



2. Théodore Géricault (1791-1824):
Artista y pintor francés quien fuera discipulo de Jacques-Louis David. Este último tenía un estilo colorista y emotivo siendo influido a su vez por el pintor flamenco barroco Rubens.
Por su época el arte de Géricault debe entenderse como Romántico, y ciertamente su preocupacion por el sentimiento humano es ejemplo de este movimiento. Sin embargo, resulta importante señalar que las principales influencias artísticas del pintor son 3: Rubens ya mencionado, con sus innumerables motivos mitológicos, Raphael, de quien destaca la famosa pintura esóterica tan estudiada hoy en día "la Escuela de Atenas", y Miguel Ángel, cuya "Capilla Sixtina" lo hizo inmortal.
De esta forma, el estilo del autor gira entre un clasicismo en la foma y un romanticismo e idealismo en su símbolo. Lo cual hace de sus obras composiciones altamente impregnadas de ricas enseñanzas y humanidad.



3. La Balsa de la Medusa:
Esta monumental obra mide aproximadamente 16 x 23 pies y fue pintada por Théodore Géricault entre los años de 1818 y 1819, residiendo hoy en día en el museo del Louvre en París, Francia.
Para su realización el artista recurrió a un trabajo investigación extremadamente arduo. Durante el tiempo de su pintura entrevistó a las víctimas del naufragio, recurrió a muchas de ellas para que posaran como modelos y hasta tuvo que ir a morgues y cementerios para recoger cadaveres y restos de ahogados con el propósito de pintarlos con la mayor veracidad posible. Tambien recorrió Hospitales Psiquiátricos, donde hizo amistad con el Dr. Georget y pintó para él una serie de retratos de pacientes suyos, con el fin de ilustrar diversos tipos de enfermedad. Precisamente, esta habilidad de ver a las víctimas de enfermedades mentales como seres humanos amigos, es uno de los más nobles frutos del Romanticismo.
En el año de 1819, cuando Géricoult presentó su obra a la Academia de Arte en Francia, los críticos no supieron trascender la situación política francesa y, antes de juzgar la obra por su genialidad artística, fue condenada por un supuesto significado político que en ninguna manera era objetivo del artista atribuirle. Percibiendo los críticos franceses en ella, una representación de la Francia derrotada y naufragando despues de sus batallas napoleónicas, decidiron prohibir su exibición.
No obstante, y a pesar del éxito no obtenido en su país, Géricoult trasladó "la Balsa de la Medusa" ha tierras inglesas donde si fue bien recibida con los honores que merecía.



4. Simbolismo en la Pintura:
La escena contiene 17 personas, una balsa y un mar agitado. El cielo está nublado, el viento sopla hacia la izquierda y, sin la presencia visible del astro Rey, la única luz que ilumina la pintura proviene también del extremo superior izquierdo del cuadro.
Por las características abstractas del cuadro se pueden apreciar entre 17 y 21 tripulantes. Estos varían en semblantes y actitudes. 5 aparecen muriendo o muertos y representan el derrotismo o falta de voluntad. 2 actores del drama personifican la duda y falta de confianza. La mente escéptica está simbolizada en un sujeto con turbante rojo en la cabeza. Hay uno que mantiene la esperanza de sus compañeros con una actitud entusiasta y persuasiva. Otros 5 tripulantes manifiestan una actitud de dependencia y piden ayuda a sus compañeros con más fortaleza que ellos. Y por último, hay 3 personajes que estando a la cabeza de la Balsa agitan pañuelos en señal de auxilio, con la esperanza de ser aun rescatados.
Toda obra de arte es, en cierta medida, objeto para la Psicología Proyectiva. Es decir, de alguna manera, permite al observador ver en ella rasgos de su propia personalidad. Sin embargo, al contemplar este cuadro resulta asombroso el percatarse de que cumple con todos los requisitos para ser analizado milimétricamente por la Psicología Analítica Gnóstica.
Algunos de los puntos más importantes serían los siguientes:
Como ya se indicó en parrafos anteriores, la fuente de Luz proviene del extremo superior izquierdo de la pintura, lo que nos sugiere que en el individuo, aquello que lo irá a iluminar proviene de la parte más exaltada de su Ser y de la que él, desafortunadamente, es inconsciente. Esto recuerda a la "Presencia Ignorada de Dios" (V. Frankl).
El viento es otro elemento que apunta-sopla hacia la izquierda, indicando el camino de descenso al interior del hombre antes del ascenso.
La Balsa consiste en los restos de lo que algún día fue un Barco, precisamente análogo a la realidad humana, que un día pudo estar en posesión de las facultades y cuerpos del Real Ser, mas ahora de esto solo quedan despojos. Un cuerpo físico que ahora tiene ciertas limitaciones pero que será completamente reconstruido una vez concluido el viaje.
Así, el simbolismo del Mar se deduce por consecuencia lógica. Furioso y con aleaje representa la misma vida que prueba al marinero en su Odisea.
Y cada uno de los personajes en la Barca, es un alma en este Mundo. Todos comparten la misma condición inial, un naufragio. Y ahora deberán mostrar su voluntad y su impulso divino para terminar su travesia. Trinfará aquel que disponga su conciencia al servicio del Ser y cultive en el camino actitudes correctas. Mas perecerán en el intento aquellos que dejen su conciencia a la deriva del ego y éste maneje su máquina humana con actitudes de descontrol, inseguridad, desconfianza, retraimiento, etc.
Hasta el momento hemos podido encontrar en la pintura un mensaje claro sobre el sufrimiento humano en el mundo, la misión del individuo en él y la manera más adecuada de enfrentarse a esta tarea de regreso. Sin embargo, es posible que esta disposición hacia la vida, que llamamos actitud, no haya quedado suficientemente clara.
Para Carl Gustav Jung, la "Actitud" es la combinación de factores o acontecimientos psicológicos que determinan la acción en esta o aquella definitiva dirección. Es decir, la actitud es la disposición del individuo a actuar de cierta manera. Por ejemplo; será completamente diferente la forma en que un sujeto con una actitud de "dependencia" cambie la rueda reventada de su carro a otra persona con una actitud de "autosuficiencia".
En síntesis, la pintura nos indica que en esta vida debemos mirar hacia nuestro interior y buscar la luz allí, conservar siempre una actitud en servicio al Ser y no al ego, y procurar una Esperanza ferrea que nos sostenga en los momentos de mayor dificultad.





"Cuando el animal intelectual dirige sus intenciones y fuerzas hacia algo que es perecedero obedece al ego y es hijo del deseo. Mientras que cuando une sus esfuerzos en busca de Dios, su fuente de alimento deja de ser inmunda y se nutre con el apoyo y consuelo de su Padre y Madre celestial"

lunes, julio 13, 2009

Steve Jobs discurso en Stanford

Jobs es el co-fundador de la compañia de computadoras Apple el junto con su amigo Steve Wozniak crearon la primera computadora personal (crearon la tarjeta madre, circuitos logicos, documentacion y sistema operativo entre otras) bueno en realidad fue uno de los primeros porque para ese tiempo exisitia una maquina llamada Altair 8800 que usaba el Altair Basic de “Microsoft”; si Microsoft ya estaba fastidiando para ese entonces el mundo de la informatica como la conocemos.
Bueno el hecho fue que Wozniak y Jobs crearon su primera maquina y este ultimo aposto a venderla; bancos, pequeñas empresas,etc.
Apple crecio, se hizo popular y por eventualidades de la vida Jobs termina tomando una mala decision al emplear el para ese entonces presidente de la Pepsi, John Sculley a formar parte del board de directores; este ultimo termino despidiendo al co-fundador de la misma empresa.
Pero el (Jobs) tenia en si la ambicion y creo la maravillosa compañia llamada Pixar la cual adquirio de uno de los estudios de animacion de George Lucas, luego creo una compañia rival para Apple y Microsoft la cual se llamaria Next, este creo computadoras mas economicas y veloces para la epoca. Bueno la hisoria se esta haciendo un poco larga, lo cierto es que Apple estaba en crisis casi en bancarrota, terminaron llamando a Jobs para que trajera su ambicion y vision futurista para que rescatara la compañia lo cual termino haciendo.

CARITAS IN VERITATE


El papa Benedicto XVI ha publicado hoy la encíclica "Cáritas in Veritate", un documento que condena con dureza los abusos del capitalismo y que exige un mundo más ético y justo.

La carta del papa: una profunda reforma de la ONU y del sistema económico y financiero mundial y más respeto a la libertad y a la verdad, dos valores fundamentales para la convivencia y la justicia.

En el documento, el papa critica el papel del Estado actual y reflexiona sobre el futuro papel como Estado democrático, en lo social, lo político, lo sindical, la movilidad laboral o los cambios culturales. En este sentido, el Pontífice aboga por un diálogo cultural que no caiga en el relativismo. “Cuando esto ocurre, la humanidad corre nuevos riesgos de sometimiento y manipulación”, dice el pontífice.

Algunos han interpretado la nueva encíclica como un documento "de izquierdas", pero habría que preguntarse ¿de qué inquierda? porque la izquierda que existe y gobierna en países como China, España, Cuba o Venezuela es furiosamente capitalista y sus dirigentes son campeones de la corrupción, la injusticia, la desigualdad y todo lo que "Caritas in Veritate” denuncia y condena.

Ciertamente, la nueva encíclica parece "de izquierdas", pero de una izquierda que no existe y que, probablemente, nunca existió, al menos en un país de este planeta, donde las experiencias de la izquierda en el poder siempre han sido frustrantes y decepcionantes por su desprecio a la libertad y a los derechos humanos fundamentales y porque, casi siempre, causaron a sus "súbditos" pobreza, dolor, esclavitud y hasta exterminio.

El papa cita el progreso del hambre, el avance de la pobreza y el desprecio a la vida como síntomas de la degeneración y, en lo que parece una velada alusión a la España de Zapatero, critica las legislaciones o proyectos que abogan por el aborto libre y la eutanasia.

En el capítulo tercero de la encíclica, dedicado a “Fraternidad, desarrollo económico y sociedad civil”, el Papa anima al ser humano a no caer en la tentación de “creerse autosuficiente y capaz de eliminar por sí mismo el mal de la historia”. Esas posturas, denuncia el Pontífice, “han desembocado en sistemas económicos, sociales y políticos que han tiranizado la libertad de la persona y de los organismos sociales y que, precisamente por eso, no han sido capaces de asegurar la justicia que prometían”. Frente a esto, Benedicto XVI plantea “la caridad en la verdad”, una fuerza de una comunidad humana, no de individuos en particular. Una “comunidad fraterna” que sólo se entiende bajo el paraguas de “Dios-Amor”. Aplicado a la crisis económica, el Pontífice subraya cómo “sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy, precisamente esta confianza ha fallado, y esta pérdida de confianza es algo realmente grave”.

El documento destila crítica, no sólo al capitalismo que abusa, sino también al liderazgo que fracasa una y otra vez y que conduce a la Humanidad hacia la derrota y la decadencia. El papa parece pedir una regeneración de la sociedad y de la vida política, aunque lo hace sin decirlo claramente. Las alusiones a la corruoción en todas sus vertientes son constantes y el papa siempre apunta hacia el rearme ético de las comunidades humanas y la “transparencia total” de la política, de las instituciones y las empresas como las únicas recetas eficaces.

domingo, julio 12, 2009

El Virus de la Fe (((Activa tu sensor crítico)))



El Virus de la Fe, de Richard Dawkins.
¿Cómo contestar a este tipo de razonamientos científicos desde una visión cristiana?
¿Cómo refutar con fundamentos creíbles y verdaderos lo que ahora es atacado?
¿Cómo elaborar una respuesta inteligente?
Fe y Razón... el obtuso enfrentamiento de dos visiones paralelas.

jueves, julio 09, 2009

Retomar el Camino

La búsqueda del sentido.

Parece evidente que el propósito de nuestra existencia es buscar la felicidad. Muchos pensadores occidentales han estado de acuerdo con esta afirmación, desde Aristóteles hasta William James: "Pero... Una vida basada en la búsqueda de la felicidad personal, ¿no es, por naturaleza, egoísta, egocéntrica y miserable?".
Contestaré ahora misma a cada una de las cuestiones:
Egoísta: sí
Egocéntrica: más o menos
Miserable: no necesariamente

La felicidad produce beneficios, muchos de ellos inherentes al individuo, muchos más que trascienden a su familia y al conjunto de la sociedad.
No se puede pensar seriamente en estar vivo renunciando a la búsqueda de este camino hacia la armonía, la plenitud, la felicidad.
Habrá que tomar esta decisión, y sé que no es sencillo hacerlo. La postura que tomemos hoy tal vez no sea definitiva, quizá mañana cambie. Hace diez años yo pensaba absolutamente otra cosa. Cualquiera que sea la postura que ustedes tengan, es válida.
Sólo pregunto por la posición tomada para que se pregunten si están siendo coherentes con ella.
Si ser feliz es la búsqueda más importante que tengo en la vida, y la felicidad para mí consiste en estos momentos gloriosos, ¿qué hago yo perdiendo el tiempo, por ejemplo, leyendo este escrito?
Si yo decido que la felicidad es el mayor de mis desafíos, y decido que esta búsqueda tiene que ver con sensaciones nuevas, en realidad tendría que estar buscándolas, ¿qué hago entonces perdiendo el tiempo y ocupándome de otras cosas que me distraen de esta búsqueda?
Si ser feliz es evitar todo dolor evitable, ¿para qué sigo leyendo a Bucay que me dice muchas cosas dolorosas o desagradables?

Porque lo que importa es comprometerse.
Porque ser feliz es el mayor de los compromisos que un hombre puede sentir, consigo y con su entorno.
Dentro de los que creen que la felicidad existe existen varias definiciones. Para acceder a mi propia definición de la felicidad, habrá que empezar por distinguir algunos conceptos que, si bien son elementales, muchas veces pasan inadvertidos y se confunden.
Entre los principales figura la diferencia entre la palabra meta y la palabra rumbo.
Para hacer gráfica esta idea, les voy a contar una historia:

Un señor se hace a la mar a navegar en su velero y, de repente, una fuerte tormenta lo sorprende y lo lleva descontrolado mar adentro. En medio del temporal el hombre no ve hacia dónde se dirige su barco. Con peligro de resbalar por la cubierta, echa el ancla para no seguir siendo llevado por el viento y se refugia en su camarote hasta que la tormenta amaine un poco. Cuando el viento calma, el hombre sale de su refugio y recorre el velero de proa a popa. Revisa cada centímetro de su nave y se alegra al confirmar que está entera. El motor enciende, el casco está sano, las velas intactas, el agua potable no se ha derramado y el timón funciona como nuevo.
El navegante sonríe y levanta la vista con intención de iniciar el retorno a puerto. Otea en todas las direcciones pero lo único que ve ´por todos lados es agua. Se da cuenta de que la tormenta lo ha llevado lejos de la costa y de que está perdido.
Empieza a desesperarse, a angustiarse.
Como les pasa a demasiadas personas en momentos demasiado desafortunados, el hombre empieza a llorar mientras se queja en voz alta diciendo:
-Estoy perdido, estoy perdido... Qué barbaridad.
Y se acuerda de que él es un hombre educado en el fe, como a veces pasa, lamentablemente solo en esos momentos, y dice:
-Dios mío, estoy perdido, ayúdame Dios mío, estoy perdido...
Aunque parezca mentira, un milagro se produce en esta historia: el cielo se abre -un círculo diáfano aparece entre las nubes-, un rayo de sol entra, como en las películas, y se escucha una voz profunda (¿Dios?) que dice:
-¿Qué te pasa?
El hombre se arrodilla frente al milagro e implora:
-Estoy perdido, no sé dónde estoy, estoy perdido, ilumíname, Señor. ¿Dónde estoy...Señor? ¿Dónde estoy...?
En ese momento, la voz, respondiendo a aquel pedido desesperado, dice:
-Estás a 38 grados latitud sur, 29 grados longitud oeste,... Y el cielo se cierra.
-Gracias, gracias... -dice el hombre.
Pero pasada la primera alegría, piensa un ratito y se inquieta retomando su queja:
-Estoy perdido, estoy perdido...
Acaba de darse cuenta de que con saber dónde está, sigue estando perdido. Porque saber dónde estás no te dice nada respecto a dejar de estar perdido.
El cielo se abre por segunda vez:
¡Qué te pasa!
-Es que en realidad no me sirve de nada saber dónde estoy, lo que quiero saber es a dónde voy. ¿Para qué me sirve saber dónde estoy si no sé a dónde voy? A mí lo que me tiene perdido es que no sé a dónde voy.
-Bien, -dice la voz-, vas a Buenos Aires -y el cielo comienza a cerrarse otra vez.
Entonces, ya más rápidamente y antes de que el cielo comience a cerrarse otra vez, el hombre dice:
-¡Estoy perdido, Dios mío, estoy perdido, estoy desesperado...!
El cielo se abre por tercera vez:
-¡¿Y ahora qué pasa?!
-No... Es que yo, sabiendo dónde estoy, y sabiendo a dónde voy, sigo tan perdido como antes, porque en realidad ni siquiera sé dónde está ubicado el lugar a donde voy.
La voz le responde:
-Buenos Aires está 38 grados...
-No, no, no! -exclama el hombre. Estoy perdido, estoy perdido... ¿Sabes lo que pasa? Me doy cuenta de que ya no me satisface saber dónde estoy y a dónde voy; necesito saber cuál es el camino para llegar, necesito el camino.
En ese preciso instante, cae desde el cielo un pergamino atado con un moño.
El hombre lo abre y ve un mapa marino. Arriba y a la izquierda un puntito rojo que se prende y se apaga con un letrero que dice: "Usted está aquí". Y abajo a la derecha un punto azul donde se lee: "Buenos Aires".
En un tono fucsia fosforescente, el mapa muestra una ruta que tiene muchas indicaciones:
Remolino
Arrecife
Piedritas...
Y que obviamente marca el camino a seguir para llegar al destino.
El hombre por fin se pone contento. Se arrodilla, se santigua y dice:
-Gracias, Dios mío...
Mira el mapa, pone en marcha el motor, estira la vela, observa para todos lados y dice:
-¡Estoy perdido, estoy perdido!
Por supuesto.
Pobre hombre, sigue estando perdido.
Para todos lados adonde mira sigue habiendo agua, y toda la información reunida no le sirva para nada, porque no sabe hacia dónde empezar el viaje.

En esta historia, el hombre tiene consciencia de dónde está, sabe cuál es la meta, conoce el camino que une el lugar donde está y la meta a donde va, pero le falta algo para dejar de estar perdido.
¿Qué es lo que le falta?
Saber hacia dónde.
¿Cómo haría un señor que navega para determinar el rumbo?
Mirando una brújula. Porque solamente una brújula puede darle esta información.
Ahora que sabe dónde está, que sabe a dónde va y que tiene el mapa que lo orienta, ahora le falta la brújula. Porque si no tiene la brújula, de todas maneras, no sabe hacia dónde emprender la marcha.
El rumbo es una cosa y la meta es otra.
La meta es el punto de llegada; el camino es cómo llegar; el rumbo es la dirección, el sentido.
Y el sentido es imprescindible aunque lo único que pueda aportarte sea saber dónde está el norte.
Si uno entiende la diferencia entre el rumbo y la meta, empieza a definir muchas cosas.

La felicidad, es, para mí, la satisfacción de saberse en el camino correcto.
La felicidad es la tranquilidad interna de quien sabe hacia dónde dirige su vida.
La felicidad es la certeza de no estar perdido.

En la vida cotidiana, las metas son como puertos adonde llegar, el camino serán los recursos que tendremos para hacerlo y el mapa lo aportará la experiencia.
No dudo de la importancia de saber dónde estamos; sin embargo... Sin dirección no hay camino.
Te escucho cuestionando: "Pero si mi meta es Buenos Aires, como en el ejemplo de barco, y estoy a 200 metros de la costa, aunque no tenga la brújula no estoy perdido. Si uno sabe lo que quiere y sabe cómo obtenerlo, tampoco está perdido".
Déjame extender un poco más la metáfora.
De alguna manera tienes razón.
Si me conforma limitarme a navegar cerca de la costa, quizá no necesite brújula.
Si me mantengo a la vista del punto de referencia, para qué quiero tanta complicación.
Es probable que al estar cerca de una meta uno sienta que no está perdido. Pero esta seguridad genera dos problemas:


a. Debo restringir mi elección exclusivamente a las metas que estén a la vista.
b. (El más grave) ¿Qué pasa después que llegué a la meta, feliz, pleno, maravilloso y armonizado? ¿Qué pasa en el instante después de la plenitud?

¡Se pudrió todo!, dicen los jóvenes.
Porque voy a tener que apurarme a buscar otra meta. Y recordar que esa meta deberá estar a la vista, porque si no, otra vez, estaré perdido.
La estrategia de estar renovando permanentemente mis metas para sentirme feliz, obligado a descartar lo próximo porque siempre tengo que querer algo más para poder seguir mi camino, sumada a la limitación de encontrar objetivos de corto alcance para no perder el rumbo, me parece demasiada carga para mi.
Repito: si ser feliz se relaciona con la sensación de no estar perdido y el precio de creerse feliz es quedarse cerca, me parece demasiado caro para pagarlo.
Crecer es expandir fronteras.
Es llegar cada vez más allá.
¿Cómo voy a crecer si vivo limitado por lo conocido por miedo a perderme?
Cada quien puede elegir esta postura, pero no la admito para mí, no la elegiría para mis hijos, no me gusta para mis pacientes, no la quiero para ti.
El tema entonces está, repito, en saber el rumbo.
El tema no está en saber a dónde voy, no está en cuán cerca estoy ni en descubrir qué tengo que hacer para llegar.
La cuestión es que aunque el afuera no me deje ver la costa, si yo sé hacia dónde voy, nunc ame interesa el lugar al que llegar, sino la dirección en la que avanzo.
Si la meta se representa con una banderita de llegada, el rumbo se representa por una flecha que apunta en una dirección determinada, como la aguja de una brújula que apunta impertérrita en dirección al polo magnético, independiente de nuestra posición en el mundo.
En el caso de las metas, nunca sé si estoy en lo correcto hasta que no las tengo a la vista.
Cuando conozco el rumbo ya no necesito evaluar si voy a llegar o no. Puedo no estar perdido sin que me importe el resultado inmediato.
Si la felicidad dependiera de las metas, dependería del momento de la llegada.
En cambio, si depende de encontrar el rumbo, lo único que importa es estar en camino y que ese camino sea el correcto.
¿Cuál es el camino correcto?
El camino correcto es aquel que está alineado con el rumbo que señala la brújula.
Cuando mi camino está orientado en coincidencia con el sentido que le doy a mi vida, estoy en el camino correcto.
Pero atención. No existe un solo camino correcto, así como no hay un solo sendero que vaya hacia el norte. Aquel camino es correcto pero el otro camino también lo es, y el otro, y el otro...
Todos los caminos son correctos si van en el rumbo.
Puedo elegir cualquiera de los caminos y lo mismo da, porque mientras el rumbo coincida con el camino, la sensación será la de no estar perdido.
Ahora te imagino cuestionador e inquisitivo. Harto ya de mí. Quieres respuestas concretas.

¿Qué es el rumbo?
"Con el señor en el agua entendí, pero ¿en la vida?"
"Quiero ganar un millón de dólares, quiero casarme con fulano, con fulana, quiero trabajar en tal lugar, quiero esto, quiero aquello... Las metas son fáciles, ¿pero el rumbo?"
"Y aún cuando acepte la idea, ¿dónde está la brújula?"
"¿Cuál es tu propuesta? ¿confiar en que Dios me la dé... Como en el cuento?"

En la vida, el rumbo lo marca el sentido que cada uno decida darle a su existencia.
Y la brújula se consigue contestándose una simple pregunta:

¿Para qué vivo?

No por qué sino para qué.
No cómo sino para qué.
No con quién sino para qué.
No de qué sino para qué.
La pregunta es personal. No se trata de que contestes para qué vive el hombre, para qué existe la humanidad, para qué vivieron tus padres, ni qué sentido tiene la vida de los inmorales.
Se trata de TU VIDA.
¿Qué sentido tiene tu vida?
Contestar con sinceridad esta pregunta es encontrar la brújula para el viaje.
¿Qué sentido tiene tu vida?
No saber cómo contestarla o despreciar esta pregunta puede ser una manera de expresar la decisión de seguir perdido.
¿Qué sentido tiene tu vida?
Una pregunta difícil si uno se la plantea desde los lugares miserables por los que estamos acostumbrados a llegar a estos cuestionamientos:
Demasiado problema para una tarde como hoy...
Un día de éstos lo pienso... Pregúntamela en un par de años...
¿Cómo voy a contestar yo a tamaña pregunta?
Ésa es la pregunta del millón. Hay que pensar muy bien una cuestión como ésa.
Esperaba que tú me dieras la respuesta.

Demasiadas trampas para no contestar.
¿Qué sentido tiene tu vida?
Y, sin embargo, encontrar la propia respuesta no es tan difícil.
Sobre todo si me animo a no tratar de convencer a nadie.
Sobre todo si me atrevo a no tomar prestados de por vida sentidos ajenos.
Sobre todo si no me dejo convencer por cualquier idiota que me diga: "No, ése no puede ser tu rumbo".
ENCONTRAR EL SENTIDO DE TU VIDA ES DECUBRIR LA LLAVE DE LA FELICIDAD.
La respuesta a la pregunta sobre el sentido de tu vida está dentro de ti mismo.
Y vas a tener que encontrar tu propia respuesta.
Definir el sentido no debe ser un tema sacralizado en un intento de magnificar la decisión y el compromiso que implica, pero tampoco debe ser dejado de lado como si fuera un hecho poco importante.
Una decisión de este tipo determina y re-significa mis acciones posteriores, así como actualiza en gran medida mi escala de valores.
Si yo decido que una determinada búsqueda, por ejemplo, le da sentido a mi vida, nada podría evitar que dedique la mayor parte de mi tiempo a esa tarea.
Nadie podría impedir que esa búsqueda se vuelva más importante que cualquier otra cosa, sobre todo más importante que cualquier otro objetivo de los impuestos por los condicionamientos familiares, culturales o afectivos.
Cada uno construye su vida eligiendo su camino.
No puedo construir un camino donde quede garantizado que yo consiga todas las metas que me proponga, pero sí puedo elegir el que vaya en la misma dirección que el propósito que decidí para mi vida.
Eso es estar en el camino correcto.
Cuando yo, mi camino y mi rumbo coinciden, siento la satisfacción de estar en camino, sereno, encontrado y satisfecho.
No se trata sólo de tener ganas de vivir, se trata de saber para qué, para qué vives.
Y esto, nos guste o no, implica la propia decisión. No es algo "que me pasa" por accidente, es el resultado de la profunda reflexión y, por lo tanto, de mi absoluta responsabilidad.
¿Para qué vives?
Jorge Bucay

¿Matan las escuelas la creatividad?



Versión subtitulada del vídeo "Do schools kill creativity?" de Sir Ken Robinson. Subtítulos: Pedro Villarrubia. Agradezco la ayuda en la traducción de Yolanda Juarros. En las TED (Technology, Entertainment, Design) Conferences sir Ken Robinson habla de cómo la educación que se imparte en las escuelas mata la creatividad. Vídeo original: http://www.ted.com/index.php/talks/view/id/66 Duración: 20 minutos.