miércoles, julio 28, 2010

Regresar a la Vida




Es interesante reconocer en una problemática actual, como pudiera ser el cambio climático o la violencia que nos aqueja, la metáfora real que aliente el cambio en nuestras vidas... el título en inglés de este video bring in to life literalmente se traduce como traer a la vida... haciendo un juego de palabras digamos atraer a la vida como hacer del cambio algo nuestro, que nuestras acciones vayan encaminadas a traer a la Vida de regreso a nuestro camino.
Atraer el cambio ni es propósito nuevo, ni son palabras desconocidas para muchos de nosotros que como soñadores empedernidos hacemos que ese tipo de palabras resuenen constantemente en nuestros oídos. Todos los actos de la vida tienen consecuencias... en ocasiones, me he puesto ha reflexionar y por lo general he quedado maravillado en aquello que algunos llaman efecto mariposa... todos los actos de mi vida provocan, unos más otros menos... todos los actos de mi vida atraen... cosas buenas o malas...
¿Qué hice hoy de atrayente?

lunes, julio 26, 2010

Discurso de Cristo Muerto desde lo alto del Edificio del Mundo, no hay Dios.

A continuación se presenta la trascripción de la versión completa y definitiva del sueño de Jean-Paul Richter. Para más interesados leer artículo complementario: Respuestas nihilistas a la muerte de Dios.

En una tarde de verano, recostado en una montaña frente al sol, me dormí. Soñé que despertaba en el cementerio. Las ruedas del reloj de la torre me habían despertado con el toque de las once. Busqué el sol en el cielo desierto de la noche. Creía que un eclipse lo escondía detrás de la luna. Todas las tumbas estaban abiertas y las puertas de fierro del osario se habrían y cerraban, movidas por invisibles manos. Sobre los muros volaban sombras que ningún cuerpo proyectaba y otras sombras se elevaban rectas en el aire. Sólo los niños dormían en los féretros abiertos. Todo el cielo estaba cubierto por los inmensos pliegues de una niebla gris y pesada, que una sombra gigantesca atraía hacia sí, como una red, siempre de manera próxima, más estrecha, más ardiente. Escuchaba, por encima de mí, la caída lejana de las avalanchas y, por debajo de mí, los primeros pasos de un terremoto inconmensurable. La iglesia oscilaba agitada por dos notas discordantes, continuas, que luchaban entre sí, buscando en vano fundirse en un acorde armonioso. A veces, un resplandor gris subía del interior de las ventanas, y bajo ese resplandor el hierro y el plomo fundidos, fluían. La red de niebla y la tierra oscilante me empujaron hacia el templo, ante la puerta del cual se escondían dos brillantes basiliscos detrás de dos arbustos venenosos. Pasé entre sombras desconocidas, marcadas por los siglos del pasado.

Todas las sombras estaban alrededor del altar y en todas ellas, en lugar del corazón, el pecho latía y palpitaba. Sólo un muerto, que acababa de ser enterrado en la iglesia, reposaba todavía sobre sus cojines, su pecho latía, y su rostro sonriente mostraba un sueño feliz. Pero al entrar una persona viva, despertó y dejó de sonreír, abrió lentamente sus pesados párpados, pero dentro no había ojos y en su pecho palpitante había una herida en lugar del corazón. Levantó las manos y las unió para rezar; pero su brazos se alargaron, se desprendieron y sus manos unidas cayeron a lo lejos. Arriba, en la cúpula de la iglesia, estaba el cuadrante de la Eternidad, no tenía números y era su propia aguja, sólo un dedo negro daba vueltas y los muertos querían ver ahí el Tiempo.

Entonces, una alta y noble figura, marcada por el sufrimiento eterno, descendió sobre el altar, y todos los muertos gritaron: “¡Cristo! ¿no hay Dios?”. Él respondió: “No hay”.

La sombra entera de cada muerto, no sólo el pecho, se puso a temblar y el estremecimiento fue causa de su desintegración.

Cristo prosiguió: “He recorrido los mundos, subí a los soles y volé con las vías lácteas a través de los desiertos del cielo, pero no hay Dios. Bajé, lejos y profundo, hasta donde el Ser proyecta sus sombras, miré al abismo y grité: “Padre, ¿dónde estás?”, pero sólo escuché la eterna tempestad que nadie gobierna; y el brillante arco iris formado por todos los seres estaba ahí, sobre el abismo, sin que ningún sol lo creara y se derramaba gota a gota. Y cuando alcé la mirada hacia el cielo infinito buscando el Ojo de Dios, el universo fijó en mí su órbita vacía, sin fondo; la Eternidad reposaba sobre el Caos, lo roía y se devoraba así misma. -“¡Griten disonancias, dispersen las sombras, ya que Él no es!”.

Las pálidas sombras se desvanecieron como se dispersa, bajo un soplo caliente, el vapor blanco condensado por el frío; y todo quedó desierto. Entonces para dolor del corazón, aparecieron en el templo los niños muertos que se habían despertado en el cementerio, y se arrojaron a los pies de la alta figura que se encontraba en el altar, diciendo: “¡Jesús!, ¿no tenemos Padre?”. Y él respondió lleno de lagrimas: “Todos somos huérfanos, yo y ustedes, no tenemos Padre”.

Entonces las disonancias se hicieron más violentas –los muros tambaleantes se separaron –el templo y los niños se hundieron –y toda la tierra y los soles se abismaron tras ellos –y todo el Edificio del Mundo se derrumbó ante nosotros en su inmensidad –y arriba, en la cima de la Naturaleza inconmensurable, estaba Cristo; contemplaba el Edificio del Mundo perforado por mil soles, como una mirada cavada alrededor de la eterna noche, donde los soles pasan como lámparas de mineros y las vías lácteas como venas de plata.

Y cuando Cristo vio la multitud de Mundos triturándose entre sí, la danza de las antorchas de los fuegos fatuos del cielo, y los bancos de coral como corazones palpitantes, y cuando vio a los planetas verter uno tras otro su alma fosforescente en el Mar de los Muertos, como una esfera de agua dispersando sobre las olas luces que flotan, entonces, con la grandeza del más alto de los seres, alzó la mirada frente a la Nada y frente a la Inmensidad desierta, y dijo:

“¡Muda y rígida Nada!, ¡Necesidad eterna y fría!, ¡Insensato azar!, ¿conoces lo que está debajo de ti? ¿Cuándo me destruirás a mí mismo y al Edificio del mundo? –Azar, ¿sabes tú mismo cuándo pasarás con huracanes entre las ráfagas nevadas de las estrellas, cuándo, a tu paso, se apagará el brillante rocío de las constelaciones? -¡Cuán solos estamos en la gran fosa del Todo! Sólo me tengo a mí mismo.

-¡Oh Padre!, ¡Oh Padre!, ¿dónde está tu pecho para que en él yo descanse? -¡Ah!, si cada yo es su propio Padre y Creador, ¿por qué no pude ser también su propio Ángel Exterminador?...

¿Es esto a mi lado un hombre? ¡Pobre criatura! Tu vida efímera es un suspiro de la naturaleza o su solo eco. –Un espejo cóncavo proyecta sobre tu tierra sus rayos a través de nubes de polvo hechas con las cenizas de los muertos y así macen imágenes brumosas e inciertas. –Mira hacia el abismo en el que pasan nubes de ceniza. –Brumas cargadas de mundos se levantan del Mar de los Muertos: el devenir es una bruma que sube y el presente una bruma que cae. -¿Reconoces la tierra?”

Aquí Cristo bajó la mirada, sus ojos se llenaron de lagrimas y dijo: “¡Ah!, hace algún tiempo estuve allá: entonces era yo feliz, tenía a mi Padre eterno y, desde las montañas, contemplaba alegra la inmensidad del cielo y apoyaba mi pecho herido en su apacible imagen, y aún en el duro instante de la muerte dije: “¡Padre, arranca a tu hijo de su envoltura sangrienta y acércalo a tu corazón!” ...¡Ah! vosotros felices habitantes de la tierra, todavía creéis en Él. Quizás en este mismo momento vuestro sol declina y caéis de rodillas entre flores, luz y lágrimas, alzando vuestras bienaventuradas manos y diciendo, al cielo abierto, entre mil lágrimas de felicidad: “Tú también me conoces, Ser infinito, y conoces todas mis heridas y después de la muerte me recibirás y las cerrarás todas”... Criaturas desafortunadas, después de la muerte nadie cierra las heridas. Cuando el pobre hombre doblegado por las penas, con la espalda adolorida, se recuesta en la tumba para dormir hasta una mañana llena de Verdad, de Virtud y de Alegría, se despierta en medio del caos tormentoso de la media noche eterna –y no viene ni una mañana, ni una mano salvadora, ni el Padre infinito. –Mortal que estás a mi lado, si aún vives, ruega por él. Si no, lo habrás perdido para siempre”.

Y cuando al caer, miré hacia el luminoso Edificio del Mundo, vi los anillos de la gigantesca Serpiente de la Eternidad, se había enroscado alrededor del Universo de los Mundos –y los anillos cayeron y enlazaron el Universo en un doble abrazo –y se enrollo de mil maneras alrededor de la Naturaleza –y aplastó a los mundos unos contra otros –y trituró el templo infinito hasta reducirlo a una iglesia de cementerio –y todo se hizo angosto, sombra y miedo. Un interminable repicar de campanas anunciaba la Última Hora del Tiempo y debía destruir el Edificio del Mundo ...cuando desperté.

Mi alma lloraba de alegría al poder de nuevo adorar a Dios –y la alegría y las lágrimas y la fe en Él, eran mi plegaria. Y cuando me levanté, el sol brillaba muy bajo detrás de los trigales llenos y púrpuras, arrojando el apacible reflejo de su roja tarde sobre la pequeña luna que subía por el levante, sin aurora; entre el cielo y la tierra un mundo feliz y perecedero extendía sus cortas alas y vivía, como yo, ante el Padre Eterno; toda la naturaleza a mi alrededor, fluían sonidos de paz, como lejanas campanas de la tarde.

sábado, julio 17, 2010

¿Dónde están?

¿Dónde están?... ¿Por qué se han ido? Acaso yo les he dejado partir de mi vida.
Acaso yo he provocado su partida.
No, no soy yo solamente, son las circunstancias y yo, es la vida y mi ser los que hemos dictado el devenir presente, los que hemos dado paso tras paso asumiendo con dolor y felicidad las consecuencias de la vida.
¿Dónde están?... ¿Por qué los necesito?... ¿Los necesito?... Recuerdo cuán bueno era llegar a la banca sonriendo ante el encuentro compartiendo lo vivido o incluso hasta suspirando el día perdido. Recuerdo también el silencio, quizás lo más importante, aquello que se compartía con la magia de la sola compañía. ¡Anhelo tanto esos días!
¿Dónde están?... ¿Estoy perdido?... Perdido en el mundo que yo mismo he construido, perdido en medio de los fantasmas que van y vienen por mi mente, perdido en medio de las tentaciones viscerales de un pasado herido. ¡Dónde están! Necesito sus palabras, necesito de sus bromas, necesito de aquella palmada en el pasillo. Necesito incluso aquello que no necesitaba.
¿Dónde están?... ¿Por qué no regresan?... Por qué no hay quien sea igual que ustedes en mi nueva vida, por qué no llega aquel o aquellos que me den el aliento para caminar sonriendo más. Acaso sí los hay y no los he visto.
Acaso he cerrado tanto mis ojos a los demás que incluso ya me he cansado de mí mismo. Acaso he fijado mi vista demasiado en el amor propio, en el amor de mi vida. ¿Por qué siento que no es lo mismo?... ¿Por que me cuesta aceptar que aquello era la perfección y que hoy hay sólo tintes de la maravilla vivida?
¿Dónde están?... ¡Quiero decirles cómo fue mi dia!... Quiero platicar mis pensamientos, quiero escuchar sus consejos, incluso quiero criticar a su lado...
Lo triste de todo esto es que los extraño, lo más triste es que siempre será así. Siento que siempre viviré con un hueco que por más bien que esté yo siempre permanecerá un lugar vacío.
Tomarán su rumbo, tomarán su dirección al igual que yo pero el lazo roto está, y cómo duele el reconocer que los necesito. Cómo duele el saber que sólo en ustedes viví en la confianza de amar y ser amado, que sólo con ustedes la expresión viva era parte de mi ser, que sólo con ustedes me sentía capaz de ser el que soy y cómo cuesta volver a empezar en el plano de los amigos. Veo a los demás y carecen de tanto, los veo y los comparo... carecen de tanto... los veo y los recuerdo... carecen de tanto.
Señor hoy hago oración por mis amigos, aquellos que fueron mis hermanos, mis compañeros del alma, mis guías diarios, mis paños de lágrimas.
Mi compañaera, mi amiga... ¡Es un gran regalo!... tan grande es que no suple lo dejado si no que es algo meramente nuevo... el espacio, su espacio, queridos amigos, siempre estará vacío.
¿Dónde están?... ¡Quiero abrazarlos y decirles que los amo! Decirles que aquí estoy aún, que no me he ido, que no hay que fijarnos en lo perdido, pero... allá van siguiendo su propio camino así como yo construyo el mío.
¿Dónde está?... ¿Será esa su pregunta?... Creo que ustedes sí que han crecido, ahora ya no son los mismos.
Doy gracias a la vida por haber conocido a tan buenos amigos, aquellos que me dieron la mano y que hoy la siguen dando a quien la pida, ese es su corazón, el que da sin poner medida.
Aquí estoy, aquí sigo... ¿No será bueno comenzar con la partida?

jueves, abril 01, 2010

Por Sudán FIRMA EL LIBRO!

Desde hace más de 10 años la región de Darfur, ubicada al occidente de Sudán, sufre de una crisis humanitaria que requiere acciones urgentes. A pesar de que los niveles de violencia han disminuido en tiempos recientes, se estiman 250,000 muertes y más de 2.5 millones de personas desplazadas a lo largo del conflicto. La gravedad de éste amenaza la propia supervivencia del país y pone en riesgo la estabilidad de la región, debido principalmente a la desconfianza y antagonismo entre los diferentes grupos, así como por el alto flujo desmesurado de armas pequeñas y ligeras.

La participación de la comunidad internacional en la resolución de conflictos es de gran relevancia. Por tal motivo, confío en que tomará en cuenta no sólo ésta, sino todas las peticiones y firmas que le hacemos llegar instándole a que se promueva, desde las Naciones Unidas, una solución pronta y eficaz a la situación que se vive en Darfur.

La población civil en Darfur ha sido extremadamente afectada por el conflicto armado. Millones de personas han perdido sus hogares, no cuentan acceso a agua potable ni a alimentos y ponen en peligro sus vidas diariamente al ir a buscar leña para encender fuego. Son generalmente las mujeres quienes realizan estas actividades, siendo en su mayoría violadas en el trayecto.

Los pueblos del mundo hemos conferido al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales. En este sentido es urgente fortalecer y garantizar la protección de la población civil en su conjunto, tanto de quienes permanecen en Darfur, como de quienes han cruzado fronteras internacionales amenazados por la existencia de un conflicto armado.

La protección de la población civil debe ser una prioridad para la comunidad internacional, lo cual únicamente se logrará mediante el recabo y la utilización apropiada de los recursos financieros y humanos adecuados y suficientes para que las misiones de paz establecidas por Naciones Unidas en Sudán y en Darfur puedan cumplir a cabalidad con su mandato. Es de vital importancia que el Consejo de Seguridad actúe de manera inmediata y tome las medidas pertinentes para que la población civil afectada por el conflicto armado pueda vivir con dignidad y seguridad en sus comunidades de origen.


Firma el libro: http://libropordarfur.org/ TU FIRMA PUEDE CAMBIAR EL MUNDO! YO YA FIRMÉ!